fragmento asíncrono

OPONERSE

Por: Fernando Cornejo León
Buenos Aires.

El DRAE define oposición como “cada uno de los sectores deliberante y de la opinión pública que son al adversos al poder establecido”, esto nos da una perspectiva muy amplia del término, a la vez que ubica cómodamente dentro de sí a toda una gama multicolor de oposiciones y oposicionistas.

En democracias desarrolladas como las europeas el rol de la oposición es fundamental para generar un equilibrio saludable para las instituciones democráticas, en la misma América Latina recuerdo haber escuchado comentarios de amigos mexicanos que votaban por el PAN para la presidencia y por el PRD para el legislativo para garantizar una plena supervisión de las acciones del ejecutivo.

En el Ecuador, desde 1988 no existen verdaderos partidos y movimientos de oposición a los diversos regímenes, sino que nos encontramos con grupos de poder que se alían de manera selectiva de acuerdo a la medida en que se ven afectados sus intereses particulares por las políticas del gobierno de turno. Para esto vale recordar que tan solo al gobierno del Dr. Rodrigo Borja le destituyeron casi sin fórmula de juicio 17 ministros de estado, convirtiéndose en esa época el juicio político en una gran arma para el chantaje al poder ejecutivo.

Esa falta de grupos de oposición coherentes con sus propios programas e ideas llevaron a que el poder ejecutivo estuviese permanentemente secuestrado por legislativos fragmentados y dependientes de mayorías móviles generalmente constituidas por caciques provinciales y lideradas por el Partido Socialcristiano que siempre tuvo injerencia en los gobiernos a pesar de no haber ganado las elecciones para el poder ejecutivo. Una mayoría podía moverse con el simple ofrecimiento de una gobernación, un puesto en las aduanas o una orden desde El Cortijo. Los únicos que ejercían oposición programática desde su particular visión eran los denominados movimientos sociales.

Con la crisis de los partidos tradicionales y la toma del poder por un grupo político constituido principalmente por movimientos sociales el puesto de opositor al régimen queda vacío y no encuentra ocupante ya que los partidos tradicionales sufren una crisis de la cual les es casi imposible salir y el voto popular determina como segunda y tercera mayorías después del gobierno a dos partidos cuya formación y sobrevivencia depende enteramente del destino y capricho de sus propietarios (hablo del PRIAN y PSP).

En este contexto, el ejercicio de la oposición en el Ecuador está mermado no por censura de parte del gobierno nacional, sino por la propia incapacidad de quienes intentan hacerla sin tener un proyecto político que se contraponga al de Correa. El pretender hacer oposición a través de la reivindicació n de localismos y apelando a la división en el país, es una estrategia propia de pataleos de quienes se sienten incapaces de abanderarse de una visión política crítica y que sea capaz de contraponerse de manera argumentada a lo que plantean quienes detentan el poder.

El Ecuador necesita urgentemente de una oposición que en vez de armar berrinches critique de manera argumentada y sólida los procesos que vivimos y que se sepa capaz de movilizar a los sectores de la sociedad descontentos con el régimen en el camino de generar diálogo y una cultura de supervisión ciudadana a los gobernantes. Caso contrario, simplemente veremos como existe un grupo político organizado que tiene bastante claro hacia donde quiere llevar sus planes programáticos y otros varios que se muestran resentidos porque están perdiendo la porción de torta que manejaron a su antojo y sin supervisión durante años.