fragmento asíncrono

Puerto Rico LAS VISITAS MATUTINAS DEL FBI

Hiram Lozada
Presidente Asociación Americana de Juristas
Capítulo de Puerto Rico


Sin previo aviso, agentes de la policía federal (FBI) visitaron temprano en la mañana las residencias de los legisladores populares Ferrer y Dalmau. No tenían órdenes de arresto o de registro. Sólo pretendían conversar y hacer algunas preguntas.

Uno se imagina las caras de Dalmau y Ferrer. Estupor, recelo, rabia contenida, el esfuerzo tenso de aparentar serenidad. Uno se imagina los rostros impávidos de los agentes federales. Puede que hayan intentado sonreír para suavizar un poco la intrusión. Pero les importa un bledo la reacción. Saben que tienen el control. Saben que pueden rociar con gas pimienta los ojos de los periodistas. Saben que tienen licencia para matar.

Hubieran podido llamar primero o visitar a los legisladores, previa cita, en sus oficinas en el Capitolio. Pero no. Tienen patentes de corso. Si acusaron al Gobernador, pueden vapulear a sus partidarios.

Es posible que la sorpresa o la preocupación de no asustar aun más a sus hijos y esposas, inhibiera la respuesta correcta. O es posible que la confusión del momento impidiera el juicio certero. Dalmau y Ferrer entendieron que lo mejor era cooperar y contestar las preguntas de los agentes del FBI.

Como abogado entiendo que lo correcto es no permitir la entrada en tu hogar de ningún agente federal, que acuda allí sin mandamiento judicial, para entrevistarte. Lo mejor es no contestar preguntas de los agentes del FBI. El juicio sabio es no confiarse, ni creerse más listos que ellos.

Los agentes del FBI no son nuestros amigos, ni pretenden serlo. Son astutos. Conocen las artes de la confusión y las artimañas del engaño. Les enseñan las tácticas del enredo y la manipulación de la información. Cualquier respuesta ingenua a sus preguntas cargadas, la usarán luego en tu contra. No les abras tu puerta. Diles, simplemente, no. Diles, con una sonrisa, que no deseas conversar con ellos. Luego, llama a tu abogado.