fragmento asíncrono

Carta al Gobierno de Cuba: ¿Quién es Rafael Correa?

Coordinadora por la Unidad de la Izquierda y por la Vida

Carta Abierta

Al Gobierno de la República de Cuba, A los movimientos sociales y políticos de Ecuador y América Latina.

La Coordinadora por la Unidad de la Izquierda y por la Vida, un espacio de unidad que agrupa a expresiones políticas de la izquierda ecuatoriana y a varios movimientos sociales, con un profundo respeto por el principio de autodeterminación de los pueblos y por la revolución cubana, quiere manifestar al Gobierno de Cuba, a su pueblo, a los movimientos sociales y políticos de Ecuador y América Latina, una sentida preocupación por las expresiones del Presidente Rafael Correa, en su reciente visita al pueblo de Martí.

Somos conscientes de que cada pueblo tiene la obligación de descubrir y de construir su propio camino de liberación y emancipación, tomando como referencia las luchas y las experiencias de pueblos hermanos o de procesos más avanzados. En ese sentido, nuestro pueblo ha seguido un largo camino de luchas y resistencias para conquistar su liberación. La resistencia de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales, de los patriotas y de los hombres y mujeres comprometidos con la liberación social y nacional, ha llevado a que en nuestro país no se pueda aplicar integralmente el proyecto neoliberal y se potencien las energías transformadoras hasta construir en el corazón y la mente de la gente un programa democrático, antiimperialista, orientado al socialismo.

En este proceso irrumpe Rafael Correa, y su partido político Alianza País, y se irrogan el discurso del cambio. Han pasado dos años de gobierno de este partido político, y luego de constatar el sentido de su política, estamos ante una disyuntiva: o recuperamos y continuamos el camino abierto por las luchas indígenas y sociales, y por la izquierda; o nos contentamos con colocarnos a la cola de un proyecto que, si bien juega con la palabra del cambio, en los hechos se aleja cada vez más de los ideales de la izquierda y traiciona el compromiso de las transformaciones económicas, políticas y éticas que requiere nuestro país.

El creciente compromiso del régimen de Alianza País con las transnacionales y los nuevos grupos locales de poder, y con la estrategia norteamericana de regionalizar el Plan Colombia, dan cuenta de que se trata de un gobierno conservador y reaccionario y que utiliza de manera muy hábil la retórica de izquierda, pero su desgaste empieza a ser evidente. Para compensar ese desgaste busca instrumentalizar la imagen de la Revolución Cubana, como era el estilo de antiguos gobernantes del continente, por ejemplo los del PRI en México, para obtener una certificación de izquierda que sus obras no lo acreditan, en un contexto en el que los electores son muy proclives a respaldar a gobiernos que se dicen antisistema y antineoliberales.

La Revolución Cubana se ha convertido, no sólo en un referente político, sino también en un referente moral para los revolucionarios y la izquierda mundial. Por ello, también el pueblo cubano y su dirección tienen alta responsabilidad sobre sus criterios y sus actuaciones ante otros procesos de liberación y cambio. Como un gesto de responsabilidad con el pueblo cubano, con la izquierda cubana y con aquella del continente, creemos fundamental desenmascarar a Rafael Correa y su proyecto oligárquico y pos-neoliberal.

“Farol en la calle oscuridad en la casa”, así se le decía en México al Presidente Luís Echeverría Álvarez (1970-1976). El Presidente Echeverría era reconocido internacionalmente por su rol en impulsar el movimiento de países No Alineados; sin embargo, en México siempre será recordado como el verdadero responsable de la masacre de Tlatelolco cuando era Secretario de Gobernación, de la matanza del Jueves de Corpus y la Guerra Sucia en el Estado de Guerrero, ya siendo Presidente de la Republica. También es considerado un ex presidente profundamente corrupto. Quizá esta figura sirva para calificar a Correa y su gobierno represivo, corrupto y continuador del neoliberalismo.

Mientras el Presidente Correa visitaba la Patria de Martí, profesando un seudo izquierdismo nacionalista, en el Austro y Amazonía Ecuatorianos se vivía una verdadera “intifada” de indígenas y campesinos luchando por la vida en contra del proyecto transnacional minero. Pobladores perseguidos por el ejército ecuatoriano y sus dirigentes sociales acusados de “terrorismo”, niños de escuela maltratados y reprimidos por la policía ecuatoriana. Un ambiente de incertidumbre, violencia y confrontación que pocas veces se ha visto en un país generalmente pacífico como el Ecuador. Justamente en esos momentos de tensión, represión y violencia en contra del pueblo, el gobierno cubano adscribía a Correa dentro del proyecto histórico del socialismo.

El gobierno de Alianza País ha demostrado una gran habilidad en la manipulación política y ha comprendido que la mejor garantía de legitimidad es realizar declaraciones de izquierda y respaldar posiciones progresistas en el ámbito internacional, mientras casa adentro se dedica al entreguismo de su política económica, la represión, la violencia, la persecución contra los dirigentes sociales. La ética revolucionaria, como decía el Che, se sustenta en la coherencia entre la palabra y las acciones.

En dos años, el gobierno ha gozado de un amplio respaldo político y de ingentes recursos fiscales, sobre todo por el alza del precio internacional del petróleo, por las remesas de los migrantes, por el ascenso de las exportaciones. Sin embargo, los problemas de la concentración del ingreso en los grupos de poder, la pobreza, la falta de empleo, y la desinstitucionalización del país se han incrementado y están provocando altos niveles de confrontación social y violencia política.

El Presidente Correa ha repetido un discurso nacionalista. La práctica es la ominosa negociación de las concesiones para el uso de las bandas telefónicas móviles, con las empresas Telefónica de España, y con las compañías de Carlos Slim: América Móvil y Telmex, a las que el gobierno ha entregado concesiones a precios de regalo.

Alianza País proclama en la nueva Constitución que los recursos naturales son de propiedad inalienable del Estado, pero cuando están bajo tierra, porque convertidos en renta continúa el reparto heredado de gobiernos neoliberales anteriores: 80 % para las transnacionales y sus brokers y 20 % para el Estado. El verdadero rostro de Correa es el de un déspota que acumula poder para traicionar a la Patria sometiéndola a los intereses transnacionales. No hablamos en el aire: En materia de petróleo que genera cerca del 40% del presupuesto nacional, y que representa el 30% del PIB del país, las acciones del gobierno favoreciendo a las transnacionales han causado un perjuicio que por ahora se podría considerar de más de 2600 millones de dólares y aumentando.

Mientras el Presidente se encontraba en Cuba, la Comisión de Legislación del Ecuador, que el pueblo la ha denominado como “Congresillo”, por su obsecuencia con el poder, aceleró la aprobación de una Ley Minera acordada con las corporaciones transnacionales, para legitimar cuatro grandes proyectos que destruyen los publicitados derechos de la naturaleza y la vida de poblaciones campesinas e indígenas. Una Ley Minera que regresa al Ecuador al siglo XIX, que privatiza el agua, que privatiza los territorios, que destruye las opciones de alternativas, yque se ha aprobado pese a la resistencia social en contra de esta ley.

Alianza País también se ha puesto la camiseta de las industrias de los agrotóxicos y de los transgénicos. En una maniobra que da cuenta del carácter de su régimen, ha descalificado las demandas que han realizado las poblaciones afectadas por los agrotóxicos y ha instruido a las instancias de su gobierno para que defiendan los intereses de las corporaciones de los agro-negocios, como Monsanto, Bayer, etc.

El discurso del no pago de la deuda externa, y la declaración de deuda ilegítima al tramo conocido como Bonos Global, ampliamente publicitado en el exterior, ha terminado en una auténtica farsa, cuando a su regreso de Cuba, se ha dispuesto el pago de todas las deudas pendientes. Rafael Correa ha sido el Presidente más cumplido con los agiotistas internacionales, destinando más de 4 mil millones de dólares a los acreedores, en apenas dos años, mientras millones de compatriotas sucumben en la pobreza extrema. Para la guinda del pastel, mientras Rafael Correa estaba en la hermana República de Cuba, instruía a su Ministro de Finanzas para que se apropie de los recursos de la seguridad social, que pertenecen a los jubilados y a los afiliados, para pagar la deuda externa, sobre todo los pagos por servicio de la deuda al BID, a la CAF y al Banco Mundial, que habían sido considerados parte de la “deuda odiosa” e “ilegítima”.

No se trata de hechos aislados, sino del alineamiento con un modelo extractivista, rentista y financiero, si bien con una modificación de los controles, con el desplazamiento de algunos viejos grupos de poder y el ascenso de nuevos sectores empresariales, locales y regionales.

La proclama de los derechos humanos sobre todo de los menos favorecidos, entra en contradicción con la persecución a los luchadores sociales y la criminalización de las protestas, como la “intifada” de las comunidades indígenas, sobre todo en el Sur del país, en contra de la Ley Minera, o la persecución a los trabajadores públicos quienes se resisten al desmantelamiento de sus derechos históricos, dispuesto por Rafael Correa.

En lugar de abrir las puertas a los llamados de diálogo de las organizaciones indígenas y sociales, Correa responde con una represión pocas veces vista en nuestro país y con el discurso de que están financiadas por la derecha y las transnacionales. La mentira presidencial no puede ocultar los intereses a los que está ligado: como signo basta mencionar que el Ministro Coordinador de Áreas Estratégicas es el Explotador Minero, Galo Borja y más del 70% del gabinete es un refrito de gobiernos neoliberales y de grupos de poder tradicionales.

¿Qué significa ser de izquierda? Significa que nos importa por sobre todo, el ser humano y la naturaleza, que aceptamos que no vivimos solos, sino en un concierto de planetarios hermanos y especies; que no aceptamos nuestras carencias y nos preocupamos que los demás no sufran esas carencias. Los de izquierda no damos caridad, aprendemos y enseñamos a que los demás se valgan y piensen por sí mismos. Ser de izquierda es ser solidario sobre todo con los más débiles y luchar contra los que oprimen o hacen daño a sus semejantes. Ser de izquierda es sentir a la naturaleza como tuya, como tu casa grande, es protegerla y defenderla.

Ser de izquierda es tener la capacidad de crítica y autocrítica; es estar dispuesto a aprender todos los días de los que menos saben y respetarlos. Ser de izquierda no es un membrete, ni una consigna, sino un proceso validado diariamente; es analizar colectivamente el mundo para transformarlo colectivamente; es estar en permanente construcción. Ser de izquierda es hacer de la palabra la imagen de tu vida, es morir por la verdad, privilegiando el ser al tener.

Ser de izquierda es temblar de indignación ante las injusticias que todos los días nos golpean, siempre a los mismos. Ser de izquierda es no guardarse el dolor en las oquedades de tu impotencia, sino convertirlo en sonora protesta, en ritmo de violencia vital contra la violencia mortal de los poderosos; ser de izquierda te impone la condición de perder el miedo a los fabricantes del miedo. Ser de izquierda, inobjetablemente, implica ser anticapitalista y constructor del socialismo, es soñar despiertos en la humanización de la humanidad. Ninguna de estas cualidades exhibe Rafael Correa.

Compañeras y compañeros latinoamericanos y ecuatorianos, en Ecuador, está en juego la perspectiva programática de la revolución. El papel de los movimientos sociales y de la izquierda es recuperar el proyecto histórico y construir una alianza democrática capaz de impulsar un programa de transición hacia un socialismo humanista. Parte de este proyecto es fortalecer los lazos de unidad con las fuerzas revolucionarios mundiales y sobre todo de América Latina.

Por ello, creemos que procesos hermanos, como el cubano, no pueden dedicarse a avales que no se sustentan en las realidades de cada país. Respetamos la necesidad del Gobierno y el Estado Cubano de mantener las relaciones más amplias a nivel internacional; pero no aceptamos que se confunda con la política que corresponde a las fuerzas revolucionarias.

Ratificamos nuestro apoyo a la Revolución Cubana. Rendimos homenaje a los 50 años del triunfo y a la lucha permanente para defender el proyecto socialista en medio de condiciones difíciles y a menudo adversas.

Atentamente

Secretariado Por la Unidad de la Izquierda

Martha Roldós B., Mónica Chuji

Fernando Villavicencio, Pablo Dávalos