sigloxxi.com.- Quito. Caminando entre las montañas de las provincias de Azuay y Cañar, al sur de Ecuador, las personas tienen la sensación de adentrarse en pueblos fantasmas, donde abundan casas deshabitadas.
Esta región es de las más pobres del país y muchos de sus habitantes han emigrado a España, Estados Unidos o Italia en busca de un futuro mejor y algunos de ellos han perdido la vida durante esa travesía, pero otros brindan desarrollo a sus pueblos con las remesas que envían a sus familiares.
Por eso aquí nacieron hace más de 10 años las Cooperativas de Cajas de Ahorro y Crédito, con la intención de ofrecer alternativas económicas al éxodo y librar a los migrantes del peso de su deuda con las mafias, iniciativa que cuenta con el apoyo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En la zona, habitada principalmente por ancianos y niños, impera la pequeña agricultura y la artesanía, y es usual ver a personas sentadas en los corredores de sus casas elaborando pacientemente sombreros o bolsos de paja.
Hace 10 años
En el año 2000 surgieron las Cajas de Ahorro y Crédito, a raíz de la crisis financiera que azotó Ecuador y que causó una salida abrumadora de trabajadores hacia los países ricos. Actualmente, se calcula que hay más de 2.5 millones de ecuatorianos viviendo fuera de su tierra natal y para realizar el viaje muchos de ellos se endeudaron con los chulqueros (prestamistas ilegales), que cobran intereses superiores al 10% mensual, explica Lourdes Ortega, gerente de la cooperativa del municipio de Güel.
"Los migrantes no pueden pagar los elevados intereses y acaban hipotecando sus casas o bienes para pagar a los chulqueros", afirma Ortega, quien conoce perfectamente estos casos porque sus hermanos emigraron hacia Estados Unidos.
Las cooperativas les ofrecen créditos a un interés de un 10% anual para que puedan pagar sus deudas a los prestamistas, que les cobran entre $15 mil y $20 mil para llevarlos al norte del continente.
"Nosotros no damos créditos para que se vayan del país, sino que una vez que han emigrado los ayudamos a pagar sus deudas", puntualiza la gerente.
Beneficios diversos
Los créditos de inversión sirven para que las personas puedan comprarse una casa o un automóvil, mientras que los de producción están orientados a proyectos agrícolas, los comerciales para establecer una pequeña empresa y el de los migrantes a pagar la deuda de estas personas.
El capital de las cooperativas proviene de los ahorros de sus socios, pero la principal diferencia con respecto a un banco normal es que no exigen condiciones para la extensión de un préstamo.
Eso permite que personas con escasos bienes puedan tener acceso a créditos, que van desde los $1 mil hasta los $20 mil.
Buena parte de los $50 millones de capital de las 21 cooperativas que existen en Azuay y Cañar salió de los bolsillos de los emigrantes, que invirtieron en el desarrollo de su tierra.
Con sólido respaldo
Están agrupadas en la Red de Estructuras Financieras Locales Alternativas (Refla), cuyo presidente, Wilson Jacomé, destaca que "el dinero de los ahorros sirve para dar créditos a otras personas".
Las cooperativas están auspiciadas por la ONG Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP), la cual ayudó a la creación y a la capacitación de estas organizaciones.
El año pasado el proyecto quedó en tercer lugar en un concurso realizado por la Cepal para premiar programas de desarrollo local en Latinoamérica y el Caribe, al que se presentaron 4,800 iniciativas, con lo cual ganaron $15 mil y de estos $5 mil fueron invertidos en capacitación para quienes integran dichos grupos.